La xerostomía, o sensación de boca seca, es una condición relativamente común en la población adulta. Su prevalencia es mayor en mujeres que en hombres y aumenta con la edad. La xerostomía puede ser subjetiva, sobre todo cuando se realizan pruebas para su detección y no se identifica ninguna alteración que pueda explicarla. En estos casos, la sequedad de boca suele ser transitoria y es habitual en estados de ansiedad o deshidratación. Sin embargo, cuando esta situación se prolonga en el tiempo suele ser indicativo de una hipofunción de las glándulas salivales, lo que conlleva una disminución en la producción de saliva por parte de estas, es lo que se conoce como hiposalivación.
La saliva es producida por las glándulas salivales mayores (parótida, submaxilar y sublingual) y por las menores (labiales, palatinas, genianas y linguales). Desempeña labores tan importantes como favorecer la masticación, deglución y el habla, ayudar a la digestión de almidones y grasas o actuar como tampón contrarrestando los cambios de pH que tienen lugar en la cavidad bucal.
La causa más habitual de boca seca es la toma de ciertos medicamentos aunque existen otras, como por ejemplo, algunos tratamientos para el cáncer (radioterapia y quimioterapia), enfermedades como la insuficiencia renal crónica o la diabetes mellitus e incluso alteraciones del sistema inmunológico. Entre los síntomas más comunes se encuentra la sensación de quemazón o incluso dolor en la cavidad bucal, la depapilación de la lengua, los labios secos, la aparición de caries y placa dental y las infecciones bucales recurrentes (sobre todo candidiasis y queilitis angular).
Para aliviar la sintomatología podemos realizar una serie de recomendaciones higiénico-dietéticas al paciente. Si esto no fuese suficiente, se puede recurrir al uso de productos como por ejemplo chicles o comprimidos ricos en xylitol cuya finalidad es estimular la producción de saliva por parte de las glándulas salivales o usar saliva artificial. En casos graves, y siempre bajo consejo médico, se puede incluso llegar a emplear algún medicamento por vía sistémica que estimule la producción de las glándulas salivales, como por ejemplo la pilocarpina.