Los medicamentos son beneficiosos si se utilizan de forma correcta y sólo cuando realmente son necesarios. Un uso incorrecto o inadecuado puede ser peligroso para la salud ya que puede enmascarar síntomas; retrasar el diagnóstico de un problema mayor; convertir el dolor en crónico y hacer que sea más difícil de tratar o provocar efectos secundarios en estómago, hígado o riñón.
Antes de tomar un medicamento debes saber:
Qué es y para qué está indicado
Qué cantidad tomar, cómo tomarlo y durante cuánto tiempo
Qué hacer si se te olvida una dosis
Qué hacer si notas algún efecto adverso
Cómo conservarlo
Analgésicos:
Son medicamentos capaces de suprimir o disminuir el dolor.
Algunos, además de calmar el dolor bajan la fiebre y/o tienen propiedades antiinflamatorias.
Hay varios en el mercado pero unos están más indicados que otros en función del tipo de dolor y de las características de cada persona. Por este motivo, es fundamental que consultes con el farmacéutico y/o médico cuál es el más indicado en tu caso.
Es importante tener en cuenta que son útiles en tratamiento sintomático de dolor de intensidad leve a moderado y durante períodos cortos de tiempo. Si el dolor es intenso o se prolonga en el tiempo, debes acudir al médico.
Antiinflamatorios:
Son medicamentos indicados en aquellos procesos dolorosos que cursan con inflamación (enrojecimiento, calor, hinchazón y dolor de la zona afectada). Un antiinflamatorio disminuye el enrojecimiento, el calor y la hinchazón y, además, alivia el dolor.
No todos los procesos dolorosos presentan inflamación, es decir, para el dolor no siempre son necesarios antiinflamatorios.
A veces, tanto la inflamación como el dolor pueden estar asociados a una patología de fondo por lo que si te automedicas sin consultar con el farmacéutico y/o médico, puedes estar enmascarando síntomas y dificultando el diagnóstico médico de un problema mayor.
Antibióticos:
Son medicamentos indicados para tratar infecciones bacterianas. No todas las infecciones son originadas por bacterias, por eso los antibióticos son totalmente ineficaces en resfriados, gripes o catarros porque están causados por virus.
Sólo el médico está capacitado para diagnosticar una infección bacteriana y prescribir el antibiótico más adecuado según cada caso concreto. Por este motivo, es necesaria la receta médica para su dispensación en la farmacia.
Para garantizar su eficacia es necesario que sigas al pie de la letra las instrucciones dadas por el médico en cuanto a dosis y duración del tratamiento.
La automedicación con antibióticos lleva a la aparición de resistencias y, por lo tanto, a la pérdida de eficacia y posible aparición de efectos adversos.
Recuerda:
Los medicamentos (tanto los que necesitan receta como los que no) no son bienes de consumo.
No te automediques, hacerlo puede acarrearte graves complicaciones de salud.
En el caso de un medicamento sin receta: consulta siempre a tu farmacéutico porque él valorará si realmente te hace falta, si es el más indicado en tu caso concreto y te explicará la importancia de tomarlo correctamente (a las horas indicadas, con o sin alimentos...) para que realmente sea efectivo y seguro.
En el caso de un medicamento con receta: ante cualquier duda consulta siempre con tu médico y/o farmacéutico.